El Macizo de Linas se encuentra entre las tierras más antiguas de Europa: se originó en el período Paleozoico, hace aproximadamente 300 a 600  millones de años, limita al norte con el territorio arburés, y se extiende con el Monte Arcuentu hacia las costas.

Es un área de especial interés geológico, de fauna, de flora y de la tradición minera. El paisaje montañoso se caracteriza por esquistos cristalinos y granito rosa, decorado aquí y allá por los arbustos verdes de tomillo y flor de papel, e intercalado con cañones fascinantes surcados por arroyos. Los bosques están caracaterizados por especies de tupidos robles, y típicos arbustos mediterráneos con espléndidos ejemplares de madroño, el brezo, labiérnago y grandes arces. En las elevaciones más bajas también cuenta con arbustos jara, lentisco, acebuche tojo y brezo, mientras que en las zonas más húmedas, en las proximidades de ríos y cascadas, se observan sauces y adelfas

La fauna local incluye un gran número de aves rapaces, como buitres, halcones peregrinos, cernícalos, gavilanes e incluso algunos ejemplares de nidificación del águila de oro en los picos más altos y aislados. Entre los mamíferos no faltan los avistamientos de ciervo sardo, muflones y tritones.

El Monte Linas está situado en el centro de una rica zona metalífera, ampliamente explotada por el hombre desde la antigüedad: la antigua y fervorosa actividad minera está atestiguada por los restos de las numerosas minas dispersas en la zona (entre ellas las que van desde Montevecchio a Ingurtosu).

La montaña es el lugar ideal para aquellos que deseen pasar un día en contacto con la naturaleza: una densa red de caminos se aentra en el bosque hasta los picos más altos y los numerosos saltos de agua, ofreciendo la posibilidad de relajantes paseos en este entorno increíble.